Esta palabra tan antigua y hermosa estaba incialmente enlazada a las estructuras familiares, económicas y jurídicas de una sociedad estable, arraigada en el tiempo y el espacio. Recalificado por diversos adjetivos (genético, natural e histórico, etc.) que lo han transformado en un concepto “nómada”, el término prosigue hoy una trayectoria diferente y resonante.

     Patrimonio se refiere a los bienes materiales e inmateriales de un pueblo, que en su conjunto forman parte de su vida cotidiana, de su estilo de vida, creencias e incluso actividades económicas. Es a través del patrimonio que se generan formas de comunicación y transmisión hacia las nuevas generaciones, pues no sólo se refiere a grandes monumentos o edificios históricos, el patrimonio también está conformado por las costumbres, tradiciones, conocimientos, técnicas, religión, música, gastronomía, danza, arte, indumentaria, monumentos, museos y estilos de vida que de igual manera merecen el reconocimiento, fomento, preservación y conservación, pues nos hablan de la historia de un pueblo y de sus raíces, y su clasificación pudiera ser en cultural, social y material.

    En México, la noción de patrimonio cultural tiene su punto de partida desde la época colonial pero no es sino hasta el siglo XIX, cuando surge explícita y sistemáticamente la finalidad educativa del uso del bien patrimonial al servicio de las ideas de patria y nació. El patrimonio es una expresión de las relaciones objetivas y subjetivas que los individuos establecen con otros sujetos, su pasado, su momento histórico, su lugar de asentamiento y su entorno natural, sus necesidades radicales y su idea de futuro.